La cofradía de los que odian Superman o de cómo afecta el acostumbramiento.
Te odiamos por sobre todas las cosas, por sobre todos los héroes y por sobre todos los superhéroes. Aun por sobre tu inspirador, el mitológico Hércules; y por sobre el abanderado capitán América. ¡Cáete, Superman, cáete! Estrellá tu insoportable cara contra la antorcha de La libertad. Pedante, engreído y abusador. Así cualquiera es un héroe. Las balas no te dañan (y eso que tu país se jacta de fabricar las mejores balas) tu fuerza no tiene límite y para colmo podes volar. Sos una pesadilla. No te vemos como a un justiciero, ni como a un defensor de los desprotegidos, ni como a un amante de la libertad, ni como a un paladín de los derechos humanos. Sos todo lo contrario; sos un tirano; sos un dictador. Sos uno de esos tipos que tomaron el gobierno y se embriagaron de poder y ya borrachos no quisieron abandonar la sangrienta fiesta de reinar el mundo. Te odiamos por sobre todas las cosas. En cierta temporada te mataron y el mundo habló sobre “La Muerte de Superman”.La buena nueva nos sorprendió a tal punto que tuvimos que leer el episodio más de doce veces para creer que eso era posible. Luego hicimos fiestas y regalamos números inconseguibles de las aventuras de “Don Nicola”. Pero al poco tiempo volviste, te resucitaron aquellos que te necesitaban. Nosotros no; Aquellos. Los que piensan en negocios y ganancias y en controles sobre esos negocios y ganancias. Y te dieron un tinte más humano y te lavaron La Cara. Pero nosotros nos dimos cuenta de la jugada. Todo se trató de esas típicas campañas para blanquear una imagen. No solo contás con esos diabólicos superpoderes a tu favor, también te haces asesorar por algún departamento de la rama psicología política. Artimañas de tu metrópolis. Ahora nos preguntamos: ¿En dónde estuviste escondido todo ese tiempo en que te creíamos muerto? No no no. No hablamos de ese lugar que se cuenta en los episodios de tu resurrección. Hablamos de la realidad. ¿En dónde te escondieron? Quizás a estas alturas alguien nos diga: “Estos de la cofradía están locos. Se creen que Superman existe”. Y nosotros diremos: “¡No! No estamos locos. Superman existe”. Acaso, nunca se lo vea volar por nuestros cielos, pero sus influencias llegan y son como las patas de una araña que envuelven al mundo. Te odiamos por sobretodas las cosas. En cambio, le ponemos todos nuestros votos a Lex Luthor, tu recontra archienemigo. Admitimos que está un poco loco, pero es el único que te hace la bronca. ¡Y vaya que te hace la bronca! Y te hace la bronca desde su debilidad, desde su condición humana y sin el más paupérrimo superpoder que lo sostenga. A secas nomás. Y vos lo golpeas y lo mandas a la cárcel, en donde seguramente la pasará mal pero se escapará, no por amor a la libertad, sino para buscarte y hacerte la bronca de nuevo y vos lo volvés a golpear y otra vez a la cárcel y el tipo no escarmienta e insiste. E insiste de un modo casi estoico; a diferencia tuya, que sos bastante epicúreo a la hora de prodigar mamporros. Admitimos también que Lex Luthor no es tu único enemigo y que te la tuviste que ver con otros miles; pero eso solo habla a las claras de cuantos son los que no te soportamos. Sin embargo, ninguno insiste tanto como Lex Luthor. Resulta que ahora pasan por la televisión una serie en donde muestran tu pasado juvenil junto con Lex Luthor y para colmo, se los ven íntimos amigos. De no tratarse de otra típica campaña para blanquear tu imagen: ¿qué le hiciste para que luego te odiara tanto? Porque algo le tuviste que haber hecho. Y que no nos vengan con que no le hiciste nada y que Lex Luthor ya es malo así nomás o que todo se trató de un mal entendido o vaya a saber el Niño del viento qué tipo de excusa rebuscada muestran para dejarte bien parado. ¡No! Algo le hiciste y se le nota. De todas maneras, no creemos en esa serie y lo que muestra o deje de mostrar, nos sabe a estrategia para mantenerte en el poder por unos cuantos años más. Los de la cofradía, estos que somos tan endebles, rogamos por Lex Luthor. Quizás algún día te derroque y ahí veamos que sus verdaderas intenciones solo pasaban por derrocarte para tomar las riendas y ya tengamos entre nosotros a un nuevo tirano tan o más despiadado que vos; o quizás, solo se conforme con derrocarte y así se retire de la vida pública para formar una familia con una mujercita que le peine los peluquines e hijitos tan pelados como el. No lo sabemos. Lo cierto es que el día en que eso suceda, nos veremos obligados a desarmar la cofradía, la que en alguna medida es tuya, pero que ya no tendrá ningún sentido cuando dejes de volar por los cielos.
¡Dios mío! ¿Por qué nos encariñamos tanto con algunas cosas?
A: Superman, me guste o no.
Lex Luthor.